Ya sea que se trate de un cumpleaños, un casamiento, una fiestas de 15 y 18, un aniversario, una despedida, un congreso, una convención, una fiesta de fin de año, una recepción o un desfile, mi propósito es darle “un exótico toque de distinción” a cada evento para que éste resulte inolvidable.
Para que el show de una bailarina sea un éxito se debe realizar una correcta elección de la música, el vestuario y las coreografías. Y, sin duda, complementar estos puntos con la gracia, técnica y experiencia propias.
Pero sobre todo creo que es indispensable saber interpretar con el cuerpo y transmitir a los espectadores las sensaciones que nos provoca la melodía, desde la máxima alegría de un saidi, a la absoluta introspección de un taxsim o un baladi lento.
La danza es un reflejo del alma y deja aflorar varios aspectos de la personalidad de la bailarina: dulzura, sensualidad, equilibrio mental, fuerza espiritual y física. Y de la pasión de la intérprete nace el placer del público.
Sumado a mi estilo, un lujoso y elegante vestuario (ver galería) logran atrapar la atención y provocar en los espectadores un majestuoso impacto. Además, mi experiencia en la relación con el público provoca momentos de explosiva alegría que desembocan en risas cómplices y repetidos aplausos.
Dentro de mi representación artística se aprecian una variedad de danzas orientales clásicas: Apertura, Taksim, Baladi y Derbake (estas cuatro en todos los shows). Otras, como la danza del candelabro, la del velo, la del bastón, la de los chinchines, la del sable, o danza con wings pueden ser agregadas dependiendo del tiempo reservado para el show.
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